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El desequilibrio como signo de vitalidad

El desequilibrio como signo de vitalidad
26/07/2018
admin

    Estamos habituados, porque socialmente así se requiere, a pensar en el desequilibrio como indicador de una patología, de que algo anda mal y, por tanto, es mejor evitar. La Terapia Gestalt nos ofrece una visión diferente. Vemos el desequilibrio como un signo de vitalidad, como algo necesario para crecer y desarrollarnos. Lo único que no se desequilibra es lo que está muerto. El organismo solamente puede mantenerse vivo, desarrollarse y evolucionar cogiendo del entorno aquello que le es útil para crecer, y el impulso para hacerlo surge de la consciencia de un desequilibrio.

    Desde la Terapia Gestalt entendemos que en el estado natural del ser humano, y en general, de cualquier ser vivo, es el equilibrio inestable. Un equilibrio que constantemente se está rompiendo por alguna necesidad que atender. Realmente, el desequilibrio es el indicador que tenemos los seres vivos para detectar la existencia de una carencia, de una necesidad, o bien de un exceso, que requiere un intercambio con el entorno, bien para tomar algo de él, bien para deshacernos de algo.

    Este proceso es el mismo a nivel físico, intelectual y emocional.

    Voy a poner ejemplos que clarifiquen lo que quiero expresar.

    Un desequilibro a nivel físico, expresado como carencia, es el hambre o la sed. Si no sintiéramos hambre o sed no comeríamos ni beberíamos y con el tiempo nos moriríamos, y en el caso de los niños o niñas no crecerían, no madurarían. Si no atendiéramos esta necesidad de nutrientes podríamos provocar un problema de desnutrición o deshidratación, con complicaciones  en órganos vitales y, en el límite, la muerte. El desequilibrio a nivel físico expresado como exceso podría ser la necesidad de orinar, o defecar, cuya solución consiste en sacar algo del interior del organismo al entorno.

    A nivel intelectual, el desequilibrio se expresa, por ejemplo, a través de la curiosidad, cuando tenemos interés en desarrollar un conocimiento o habilidad y nos movemos en la dirección de satisfacerla, o por exceso, cuando estamos saturados o sobrepasados y necesitamos a alguien cercano para hablarle sobre algo que nos sucede.

    A nivel emocional,  un desequilibrio por exceso podríamos representarlo por las ganas de llorar, y por defecto, a través del deseo de recibir un abrazo.

    Un ser vivo solo puede crecer tomando de o expulsando algo al entorno. Pero no es simplemente "coger algo", es necesario asimilarlo. Cuando tragamos algo entero o que no es bueno para nosotros, lo eliminamos entero y no nos nutre. Cuando aprendemos de memoria un tema para "vomitarlo" en un examen, no lo asimilamos, lo olvidamos al poco tiempo, porque no entendemos su significado y no podemos incorporarlo a los conocimientos previos. Asimilar significa "masticar", desestructurar, separar lo que nos sirve, para incorporarlo, y deshacernos  de lo que no nos sirve, eliminándolo.

    Normalmente nos resulta más fácil darnos cuenta de los desequilibrios físicos e intelectuales que los emocionales. En una sociedad que continuamente nos bombardea con mensajes del tipo "hay que ser sensato" "no debes dejarte arrastrar por las emociones" "los hombres no lloran" "llorar es de débiles" "si no eres obediente nadie solo tendrás problemas" acabamos pro mantener a raya las emociones, por anular la consciencia de lo que necesitamos por considerarlo inapropiado, o nos damos cuenta de lo que nos pasa, y de esa forma, tampoco podemos saber la manera de recuperar el equilibrio. Cuando esto lo hacemos de forma habitual, se convierte en hábito, en una forma de actuar crónica u ¿Cuál es la consecuencia? Igual que a nivel físico acabamos desarrollando una enfermedad, a nivel psicológico desarrollamos síntomas que no entendemos de donde vienen. Lo que sentimos es malestar, angustia, ansiedad, desidia, aburrimiento, etc. Pero esto no nos da información acerca del siguiente paso que necesitamos dar. Los síntomas que desarrollamos son las distintas formas de buscar solución, aunque sea equivocada, al desequilibrio inicial.

    En Terapia el trabajo consiste en descubrir cual es la necesidad genuina para que juntos, cliente y terapeuta, podamos encontrar la solución adecuada para cada persona.

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