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Límites y deseos

Límites y deseos
14/05/2019
admin

No me des sin medida todo lo que te pida. A veces pido para saber hasta cuanto es razonable tomar. Jorge Bucay

En ocasiones me encuentro en terapia con padres y madres que tratan de satisfacer las necesidades de sus hijos, con el afán de que estos sean felices y no sufran carencias que ellos mismos han vivido. Estos niños raras veces han de afrontar un NO.

Los niños tardan muchos años en madurar, van pasando distintas etapas, y entre todas las cosas que aprenden -los niños son esponjas- necesitan conocer el deseo, los límites y la frustración. Todo deseo busca su satisfacción y eso nos motiva diariamente en su consecución. La no satisfacción inmediata nos enseña paciencia, dedicación, a veces renuncia, y es una fuerza que nos empuja cada día.

Nos desean que se nos cumplan los deseos, pero yo creo que no hay nada mejor que un deseo por cumplir. Pero esto es algo que forma parte de un aprendizaje.

Hoy en día, satisfacemos los deseos de los niños en cuanto nos piden algo, también ellos desarrollan estrategias para conseguir de nosotros lo que quieren al instante. Incluso le colmamos de cosas antes de que las pidan. Si alimentamos a un niño antes de que tenga hambre, o le damos todo aquello que pida o, incluso antes de que lo pida, impedimos que surja el deseo y que conozca la frustración. Convertimos a estos niños en personas impacientes y exigentes que no pueden esperar para conseguir las cosas, los convertimos en tiranos que exigirán que los demás colmen sus apetencias. Les impediremos disfrutar del proceso de desear algo y poner en marcha la búsqueda de medios para conseguir el fin y la espera hasta conseguirlo. Esta es la razón de que no sea bueno que un niño consiga lo que quiere por medio de pataletas, si aprende que éste es el medio de conseguir las cosas, en el futuro, cuando tenga más fuerza, quizá lo haga usando violencia.

La felicidad la asociamos al alivio de la tensión que conlleva la espera y la incertidumbre. Cuando éstas no existen, el estado de felicidad es tan fugaz y el placer tan ligero que pasarán inadvertidos y buscaremos crearlo artificialmente con el juego, las drogas o cualquier adicción.

Las personas necesitamos desarrollar la capacidad de desear, de renunciar, de esperar, necesitamos encontrarnos con nuestros propios límites y lidiar con la impotencia. Nos estructuramos cuando nos encontramos con reglas, con límites, con frustraciones. Para vivir en sociedad hacen falta reglas y eso, en ocasiones,  choca con nuestros deseos. Las reglas nos limitan, pero también nos protegen, nos muestra el marco en el que podemos movernos y eso da tranquilidad y seguridad. Si no le enseñamos a los niños a confrontarse con los límites desde la calma y la contención, tendrán que aprenderlo en otro momento, menos adecuado y quizá con menos amor.

Decirles NO supone explicarles y dar un sentido a ese NO.  El niño ha de ser tomado en serio y respetado sin juzgarlo ni deslegitimar su deseo. Lo adecuado es validar su gusto y su curiosidad, a la vez que le explicamos por no vamos a complacerlo y por qué. Por ejemplo podemos decirle "me gusta que te entusiasmes con tantos juguetes pero no lo vamos a comprar porque no quiero que tengas tantas cosas" pero no sería adecuado decirle "mira que eres egoísta, con la de cosas que tienes y hay niños que no tienen nada...".

Cuando les damos sin medida, no pueden aprender la medida razonable de las cosas, el significado de compartir, que no siempre conseguimos lo que queremos por mucho que nos esforcemos. En el futuro su deseo chocará con el de los demás y la vida es más fácil y satisfactoria si sabemos pedir, ceder, negociar compartir y, a veces, perder.

A veces me pregunto ¿Cuál es el límite? ¿qué nos tendrían que pedir para que les digamos NO?

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