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Relatos para pensar

Relatos para pensar
04/08/2020
admin

Te voy a proponer que leas los cuentos que encontrarás más adelante, que pienses en el sentido que tienen para ti y que intentes explicar con palabras ese sentido. Observa la diferencia que hay entre dos formas de expresar la misma idea.

Este cuento lo escribió una persona cercana a mi.

Había una vez una niña a la que todo el mundo llamaba Pocacosa. Ella creía que su nombre suponía que nunca podría hacer nada importante y por eso apenas hablaba. Un día Pocacosa conoció a un niño que no tenía nombre y decidió que serían amigos. Ella le llamó Nadie.

Nadie y Pocacosa pasaban desapercibidos para todo el mundo así que decidieron estar siempre juntos.

Cuando a Pocacosa alguien le decía: "Pero ¿a ti quién te va a querer?"

Ella contestaba: "Nadie".

Y cuando a Nadie le preguntaban: "¿Tu que esperas de la vida?

El decía: "Pocacosa".

Nadie y Pocacosa hicieron grandes cosas juntos, una de ellas fue abrir una tienda con un slogan infalible: "NADIE QUIERE POCACOSA", con el que consiguieron un éxito enorme.

Este escrito está en "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano.

Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla.

En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería.

Y así siguió siendo, hasta que alguien, no sé que general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que resolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto a un banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.

Esta es "La historia del martillo" que leí en alguna ocasión en algún libro de relatos.

Esta es la historia de un señor que quiere colgar un cuadro en su casa, pero no tiene martillo. Se le ocurre que puede pedírselo prestado al vecino. Pero le entra la duda y piensa: "¿y si no quiere dejármelo?", ahora que recuerdo ayer no me saludó cuando nos encontramos en el portal, pero quizá tenía prisa. Bueno, bien pensado, eso no es excusa, a lo mejor tiene algo contra mí. Yo siempre he sido colaborador con él y si me pidiera un martillo yo se lo dejaría, la verdad no cuesta nada. Hay que ser mala persona para negar un favor tan simple, son ganas de amargar la vida a la gente.  A lo mejor, incluso se piensa que dependo de él porque tiene un martillo y yo no".

Así que sale de su casa, timbra en la puerta del vecino y cuando abre la puerta, antes de que su vecino pueda saludarle y preguntarle qué necesita, nuestro hombre le grita: "Por mi, puedes meterte el martillo por donde te quepa".

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